Las bodegas Don Manuel Villafañe, ubicadas en el Valle de Famatina, La Rioja y en Maipú, Mendoza, se unen para potenciar la producción y la calidad de sus productos.
- Una alianza entre el mundo de los negocios y el vino.
Si bien la ubicación geográfica marca una distancia considerable, y los vinos llevan la identidad propia de cada donde se producen, ambas bodegas tienen puntos en común, cuando se trata de la búsqueda de excelencia en el producto, y optimizar su comercialización.
Este joint venture busca enriquecer a ambas bodegas, y resaltar lo mejor que cada terroir puede brindar al mundo. La bodega Valle de La Puerta, trabaja en una región, que paulatinamente ganó reconocimiento no solo a nivel nacional, sino además, en el plano mundial, y cuenta con una experiencia de 20 años en el manejo de los viñedos, en la elaboración de vinos, en una zona como el Valle de Famatina, y en la comercialización en otros mercados.
Es este potencial, que compartirá, en adelante, con Don Manuel Villafañe, una bodega que aporta su infraestructura, apta para desarrollar un plan de crecimiento sustentable en Mendoza, y que incluye también, planes para ampliar su oferta de enoturismo.
El encanto de la historia que arribó a Mendoza
A más de 400 años de la llegada de Don Manuel Villafañe a la Argentina, la bodega que hoy se levanta al pie de la Cordillera de los Andes tiene, no sólo tiene una rica historia por contar, sino también, un paisaje de ensueño. Su fundador, en 1611, fue Manuel Villafañe, un soldado español, que llegó a América, para luchar contra los piratas ingleses que atacaban a los barcos españoles. Villafañe fue en pionero de la viticultura nacional, por ser una de las primeras personas en plantar vides en esta tierra, con el fin de elaborar vino para los sacerdotes de las iglesias, y mucho más tarde, para los colonos, que llegaron al “Nuevo Mundo”.
Equipada con la última tecnología, bodega Villafañe tiene una capacidad de producción, de 1,2 millones de litros, en cubas de acero inoxidable y cemento, que pueden guardar entre 5 mil a 27 mil litros, cada una, lo que permite una amplia flexibilidad al momento de elaborar vinos de media y alta gama. Actualmente, la bodega vende sus vinos no solo en el mercado local, sino también en el mercado internacional, a países como Estados Unidos, China y Reino Unido, con ejemplares destacados como IV Centenario, gran reserva y reserva.
De la cultura diaguita, a la mesa compartida
Con una identidad que ofrece un gran respeto y reconocimiento por los habitantes originales de estas tierras, Valle de la Puerta adoptó desde sus inicios, algunos símbolos de la cultura diaguita, para representar en sus productos. Establecida en 1994, en el Valle de Famatina, a más de mil metros sobre el nivel del mar, actualmente cuenta con 150 hectáreas de viñedos y más de 770 hectáreas plantadas con olivo, de un total de 1300 hectáreas.
Rodeado por las sierras Velasco y Famatina, este valle único ofrece vistas magníficas, y un suelo de muy buen drenaje, además de un microclima especial, con días de verano calurosos y secos, y noches frescas que se combinan con el aire puro y la topografía desértica del valle, lo que asegura condiciones inigualables para el crecimiento y la maduración de uvas y aceitunas.
Allí se obtienen algunos de los mejores ejemplares de bonarda del país, además de cepas que ofrecen excelentes vinos, como malbec, cabernet sauvignon, syrah, y torrontés riojano, el único varietal autóctono de Argentina.
La bodega fue construida en 2002, y es una de las más modernas en cuanto a su tecnología; en 2005 se inauguró la almazara, incorporando la última tecnología para producir la creciente cosecha de aceitunas, y obtener un aceite de oliva de calidad premium. En materia de vino, la bodega riojana tiene distintas líneas: Clásico, Alta, Reserva y Gran Reserva, el blend de moscatel y torrontés riojano, y las marcas Rebelde y Colección Quinquela.
En mi caso, debo decir que tuve la suerte de probar todos los vinos de ambas bodegas, y que tengo mis preferidos, a saber: de los Valle de la Puerta, recomiendo el reserva bonarda, y de la trilogía de la colección Quinquela, el Malbec bonarda; que no se note que soy fan del bonarda, una de las cepas más plantadas en el país, y que tiene poco marketing.
De los Villafañe, recomiendo el gran reserva malbec, y el IV Centenario, un exquisito blend de petit verdot, Malbec y cabernet Sauvignon.
Del Famatina a Maipú, los 600 kilómetros que separan a ambas bodegas, no impidieron que se realice una venturosa unión entre dos empresas, que confían en la recuperación paulatina, que viene sosteniendo la industria del vino argentino. Y brindo por eso. El vino nos une. Salú!
Más info:
Si querés saber más, sobre ambas bodegas, hacelo en sus respectivas páginas web, www.valledelapuerta.com , y en www.dmvwines.com/es